martes, 24 de abril de 2012

En el Asilo teníamos muchas tareas. Un día nos tocaba trabajar en la quinta. Después de limpiar las herramientas Don Pascual nos permitía comer alguna verdura.
Yo disfrutaba los rabanitos y zanahoria. Otro día los frutales. Después de limpiar los utensillos de trabajo al fin de la jornada podíamos elegir lo que nos gustara.
Damasco y ciruela roja como la remolacha. También solíamos trabajar en la lavandería planchando las sábanas que eran muchas. Usábamos una planchadora que se llamaba
Mangel Machin.
Limpiar con palas la cuneta de entrada al Asilo. Esa cuneta desagotaba para el lado del río.
Un día nos tocó reparar el techo del galpón donde teníamos de todo. Cosas para el campo.
Fui cochero. Don Pascual sabía que yo adoraba los caballos. Por éso estaba siempre con ellos durante el trabajo o en mi tiempo libre. Una vez veníamos del pueblo
con el sulky con la señora del Director. Cuando llegamos a la entrada del Asilo, en la subida del portón, se cortó el pancero y las varas del sulky quedaron mirando
al cielo, así como las piernas de la señora..., allí miraron mis ojos... No nos fuimos del todo para atrás porque llevábamos una hoja grande de terciada que nos paró
la caída. La terciada se usaba mucho para las manualidades de los chicos.
Higo Öopik.

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