lunes, 14 de abril de 2014
viernes, 11 de abril de 2014
Pequeña pícara anécdota, junto con la inocencia del recién llegado, en este caso Tibor Hirschfeld.
Tibor se llama Hirschfeld.
Una pequeña anécdota: Cuando alguien era nuevo siempre trataban de "tomarle la medida". Por ejemplo con un juego de palabras. Así también a el. A el le habían dado el número 12 (todos nosotros teníamos un número). Gerardo Bremer tenía el 11, yo el 8, etc. Y entre unos "vivos" y Tibor se desarrolló el siguiente diálogo:
- ¿Qué número tenés?
- No sé
- Mirá en tu delantal (todos teníamos un delantal en el asilo)
- Doce
- Y si se te rompe ¿quién te lo cose?
- La Frau Frank (la abuela de Volker Hanga, a cargo de nuestra ropa)
- ....... (silencio y cara desubicada...)
Federico
Si. También hay que verla en contexto con las "trampas" que tratábamos de colocar a los demás, induciéndolos a decir un número. Casi siempre tenían algo que ver con un sexo anal figurado:
tres = culo al revés
cinco = mi p... da un brinco
seis = que culo tenéis (ese ya era para los cultos que entendían español correcto)
siete = te rompo el ojete (¡uy, que groserito!)
ocho = el culo te abrocho (creo que va a tener un problema ...)
nueve = el culo te llueve (¡sálvese quién pueda!)
once = culo de bronce y, para volver a la anécdota:
doce = y si se te rompe ¿quién te lo cose?
¡Cuánta poesía para tales boludeces!
El pobre Tibor (creo que era su primer día en el asilo) todavía no sabía su número y - ante todo - no estaba familiarizado con nuestra veta poética y cuándo le preguntaron por el delantal para que diga el número pensó en la ropa. Y claro, si se rompía, la sra. Frank la arreglaba. Una de las clásicas situaciones donde todos tienen razón ...
Una pequeña anécdota: Cuando alguien era nuevo siempre trataban de "tomarle la medida". Por ejemplo con un juego de palabras. Así también a el. A el le habían dado el número 12 (todos nosotros teníamos un número). Gerardo Bremer tenía el 11, yo el 8, etc. Y entre unos "vivos" y Tibor se desarrolló el siguiente diálogo:
- ¿Qué número tenés?
- No sé
- Mirá en tu delantal (todos teníamos un delantal en el asilo)
- Doce
- Y si se te rompe ¿quién te lo cose?
- La Frau Frank (la abuela de Volker Hanga, a cargo de nuestra ropa)
- ....... (silencio y cara desubicada...)
Federico
Si. También hay que verla en contexto con las "trampas" que tratábamos de colocar a los demás, induciéndolos a decir un número. Casi siempre tenían algo que ver con un sexo anal figurado:
tres = culo al revés
cinco = mi p... da un brinco
seis = que culo tenéis (ese ya era para los cultos que entendían español correcto)
siete = te rompo el ojete (¡uy, que groserito!)
ocho = el culo te abrocho (creo que va a tener un problema ...)
nueve = el culo te llueve (¡sálvese quién pueda!)
once = culo de bronce y, para volver a la anécdota:
doce = y si se te rompe ¿quién te lo cose?
¡Cuánta poesía para tales boludeces!
El pobre Tibor (creo que era su primer día en el asilo) todavía no sabía su número y - ante todo - no estaba familiarizado con nuestra veta poética y cuándo le preguntaron por el delantal para que diga el número pensó en la ropa. Y claro, si se rompía, la sra. Frank la arreglaba. Una de las clásicas situaciones donde todos tienen razón ...
jueves, 3 de abril de 2014
Gracias Otto Gontek por estas fotos encontradas en tus baúles! Otto recuerda unos nombres de la Escuela del Pueblo de aquél entonces: Nicolás Czayia, Joaquín Kaufmann, Julio César "Pepe" Walther, Tibor Hirschfeld, Héctor Ramón Coppa, Alicia Perasola, María Cristina Welter, Nélida Vega.
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Pastor Friederich Kaufmann |
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Pepe Walther y Alfredito Kemmling. |
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Desde izquierda, Otto Gontek, Alfredito y Carlitos Kemmling. |
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Otto Gontek |
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